Rayos y centellas


Una luz; un camino por explorar; un abrazo en el momento exacto; tu boca recitando aquellas palabras tan necesarias; tu perfección.
Unas manos que tocan mis acordes; unas copas de vino en una terraza cualquiera; una noche contando las estrellas que queremos conquistar; una playa donde caminar juntos hablando de los sueños que tenemos y que queremos compartir.
Una llamada a tiempo; unas fotos del pasado.
Un capricho de amor. Del puro.
Dormir separados pero de la mano.
Unas promesas que cumplir.
Una visión del futuro que nos ilusiona y nos aterra a la vez. Una distancia que pretende separarnos.

Tu risa con la mía hace que retumbe el universo.

Eres pura magia. Eres la casualidad más bonita que he experimentado. Eres mi compañero. Eres amor. De mi vida.
Años juntos. Tu familia que se ha convertido en la mía. Mi familia, también la tuya.
Y ya han pasado cuatro años. Contigo, conmigo. Juntos, codo con codo.

En unos meses nos separamos el uno del otro y, si lo pienso, me mata la pena. Qué haré sin ti. Qué harás sin mí.
Aún así, sé que no dejaremos de ser quienes somos el uno con el otro.

Quiero explotarte, y que me explotes, estos meses.
Quiero seguir planeando mi vida junto a ti. Porque sé que otros no estarán dentro de treinta años, pero tú sí estarás.
Mi compañero en las tormentas. Mi relámpago de poder cuando hay dudas que me acorralan.

Nos separamos, pero volveremos a vernos en aquellas playas que nos esperan aún, en ese mes al que tú le diste nombre, para seguir caminando por su arena y bailando al son de una música que habla de futuro.



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