Amigos

A veces conectamos con quien menos esperamos. 
Y suena fantástico, porque demuestra cómo la vida es capaz de sorprendernos.

Lo que no nos cuentan es lo que ocurre cuando te das cuenta de que conectas con un amigo; con una persona que te hace reír y que sabes que jamás te fallaría, que te querría como nadie y que te admiraría como siempre quisiste que lo hicieran. 
Sin embargo, existe el miedo a perder esa amistad si arriesgamos y acaba saliendo mal. Y también se presenta el pensamiento de "y si arriesgamos y sale bien?". Sólo imagínalo.

Llegados a este punto, es necesario poner en una balanza qué vale más.
La amistad, si es verdadera, puede durar eternamente, pero una pareja... nadie lo sabe. Y yo nunca he sabido quedarme con la duda. 
Así que me lancé y acabé dándome de bruces contra la pared. Porque aunque los sentimientos fueran recíprocos, existía algo mucho más grande: la amistad. Y la vida me volvió a repetir que todo pasa por algo y que si no pasa también tiene un porqué. Y que puede que ahora no lo vea, pero más adelante será más que evidente.

Simplemente, pensar, imaginar, fantasear con que algo relacionado con el amor me salga bien me ilusionó. Pero no es tan fácil como lo pintan en las películas. Y la ilusión se convirtió en desilusión. Y me dio pena, no lo voy a negar. Y ahora lo que necesito es tomar aire, dejar de pensar y volver a ser la misma que era con él. 

Porque le quiero en mi vida. Quiero seguir llorando de la risa con él. Quiero que siga siendo mi hombro en el que llorar. Para siempre. Sea como sea. Y me tendré que resignar. Porque, al fin y al cabo, quién no se ha pillado alguna vez por un buen amigo?






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