La vida es una continua sorpresa


Es uno de esos días en los que nadie se acuerda de ti, te sientes sola y no sabes a ciencia cierta qué quieres hacer con tu vida. De esos días que comienzas a pensar en lo que ha pasado hace semanas, quizá meses, y que aún sigue doliendo. De esos días en que tratas de sacar fuerzas de donde ya no quedan. Y con tanta desilusión y desesperanza, decides expresar tus sentimientos escribiendo. 

Sabes que la gente que te rodea ya está cansada de escucharte, de aconsejarte y de secarte las lágrimas. Comienzas a pensar que eres una carga, una mala compañía y que, por eso, nadie te llama, nadie cuenta contigo.

Aquellos a los que llamaste un día amigos hoy ves que no están. Pierdes la ilusión por todo lo que te rodea y se te pasa por la cabeza cometer alguna locura. 
Esto es lo que nadie cuenta del amor, lo que todo el mundo sabe pero prefiere callar: el dolor.

El amor. Ese sentimiento que casi todas las personas del planeta aspiran a encontrar y que, cuando crees que lo has encontrado, acaba convirtiéndose en el dolor y la amargura más profunda jamás sentidos. Esas buenas sensaciones que sentiste un día se invierten al otro extremo: la ilusión se convierte en desilusión; las risas, en lágrimas; las mariposas en el estómago, son serpientes venenosas; los recuerdos se convierten en pesadillas. 
Porque el dolor te vuelve inmóvil. Nos asusta lo que podemos sentir y nos encerramos en nuestra coraza, que es todavía más dura que ese dolor que se clava en el corazón.

Buscas ayuda desesperadamente pero te encuentras perdida, desubicada, sola, lastimada, impaciente.
El tiempo pasa despacio y dejas de vivir para empezar a sobrevivir. 

Pensaste al principio que con la compañía de tus amigos saldrías adelante, pero hoy te encuentras cara a cara con la realidad y ves que aquellos que te otorgaban algo de felicidad e ilusión forman parte del problema. 
¿Cómo seguir adelante con estos sentimientos tan desgarradores?

Pero, aún así, buscas el lado positivo de todo y piensas que esto te hará más fuerte de lo que ya eres, que detrás de la tormenta siempre llega la calma y que cuanto peor sea lo malo que te ocurra, mejor será lo bueno que está por llegar. Y con lágrimas en los ojos y apretando los dientes y los puños, sigues avanzando. Sola. 

Te aferras a la idea de que, sea lo que sea lo que pueda ocurrirle a alguien, tanto si es lo más bonito como lo más dramático, nadie se da cuenta hasta que sucede, ni un momento antes. La vida es una continua sorpresa. 

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