Dos meses después

El tiempo ha ido pasando, casi desapercibido.
Lo que fue está dejando de ser, y lo que dejó de ser ha vuelto a mi vida.

La luna vuelve a darme un beso de buenas noches; las estrellas iluminan mi camino; las lágrimas se secaron; las risas suenan fuertes.
Los sentimientos tienen menos fuerza y los pensamientos no son tan dañinos.

Las personas que un día dejé atrás, hoy caminan conmigo, en silencio, pendientes por si necesito decir algo, y para darme la mano. Por todos ellos pude tener mi tiempo y mi rincón para lamerme las heridas.

El dolor que me provocaba su imagen ya no es tan intenso. Las heridas van cicatrizando.

Conseguí ver la luz al final del túnel y camino recto hacia ella. Nada ni nadie me quita las ganas de andar.

Por cada risa, por cada palabra de aliento, por cada abrazo, por cada beso, por cada oído y hombro, por mí misma y mi coraje. Por fin puedo decir: aunque duele, ya no mata.





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