Gusto

Me gusta la gente que va de frente, siempre de cara y nunca a escondidas.
Me gustan las personas sinceras y directas, pero que sepan respetar a los demás.
Me gustan aquellas que sacan pecho a las consecuencias de sus actos.
Me gusta la gente valiente, aquella que no teme enfrentarse a la realidad.
Me gusta que sean empáticas, que sepan sentir el dolor y la felicidad ajena, y que no duelan. Que sepan llevar las situaciones delicadas con sensibilidad y cariño.
Me gustan los juegos limpios, donde no se salten reglas.
Me gusta que me hablen claro, pero libre de impulsos.
Me gustan aquellas personas que saben querer bien, que ayudan, que animan, que son honestas consigo mismas y que tienen las ideas claras.
Me gusta sentirme querida y no utilizada.

Me gusta que el tiempo quite de mi camino aquellas personas que no son así, como a mí me gusta. 
Esas personas que actúan por impulsos, que no consiguen aclararse la mente, que un día dicen "te quiero" para decir "adiós" al siguiente, que prometen lo que no pueden dar, no las quiero conmigo. 

Quiero decir que ese "adiós" tan repentino me lo he tomado con una serenidad que jamás he tenido. No voy a negar que lloré, porque así fue. Porque nadie se merece que le digan adiós de esa manera. 
Y yo, la mismísima yo, me sequé mis propias lágrimas, respiré hondo y volví a mi camino. Porque yo no voy a permitir que me hagan lo que quieran hacerme. 

Me he topado de bruces con la indiferencia y sé cómo duele. Nadie merece algo así. Y lo digo. Y lo escribo. NADIE. 
Al igual que NADIE tiene derecho a crearme ilusiones que se acaban marchando con el viento. Sabe Dios que si me hice ilusiones fue porque me dio suficientes motivos. Porque eramos dos los que estábamos construyendo ese cuento de hadas. Y he visto que no era de hadas, pero que sí era un cuento.

He dado oportunidades y nunca me he arrepentido de ello. Esta vez no va a ser diferente. Pero ha sido una segunda parte para que siguiera su juego. 

Querido, te lo dije. Te has equivocado de persona. No soy yo ese saco de boxeo que recibe golpes sin rechistar; no soy esa persona a la que se le puede hacer daño con la indiferencia; no soy un juguete con el que puedas jugar y tirar cuando te aburras. No eres para mí, porque no has intentado pedir perdón, has intentado salir corriendo pegando portazos, sin importar lo que dejas atrás.
Cariño, te has equivocado. Desde el principio hasta el final. No olvides que después de un corazón roto, todo son rasguños.
Pero gracias, porque he olvidado, me he sentido fuerte y he sentido lo que nunca creía que volvería a sentir. 
Gracias por una nueva experiencia sobre la que poder escribir. 

Pero te has equivocado. Si vas a jugar, procura que yo también me divierta.


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