Verbo ser

Siempre he sido yo la que ha tenido que dar el primer paso. El primer paso para solucionar algún tema, el primer paso para expresar un "te quiero", la primera en querer ir más allá, la primera en entregarse. 
Siempre he dado el primer paso para enfrentarme al toro y cogerlo por los cuernos.

Esta semana ha sido una semana de primeros pasos.

Tras meses de distanciamiento y de intentar transformar la distancia en olvido, el echar de menos en echar de más, nos encontramos. Él y yo. 
Fui yo quien decidió hacerlo y encontrarnos cara a cara después de meses sin vernos. Y sí, éramos él y yo. Sentados en un banco, uno al lado del otro. 
Él y yo, pero no nosotros. Cada uno con la mirada puesta en sus caminos, que no volverán a cruzarse. 
Y hablamos, porque teníamos que decirnos cosas, y terminamos riendo y sacándole el jugo a la vida, cosa que no supimos hacer cuando estuvimos juntos.
Llegamos a la conclusión de que fuimos tan intensos, tan vivos, que nos quemamos, a nosotros y el uno al otro. 
El final acabó con dos besos y cada uno se fue por donde vino.

Me sentí yo. Esa yo que perdí cuando estaba con él. Me sentí fuerte e indiferente. 
Todo el que me quiere se ha preocupado mucho por cómo podría reaccionar cuando lo viera, y han visto que me he convertido en algo que no era antes. He espantado a la bestia de mis miedos y por fin sentí cómo se cerraba ese libro. El libro que contaba la historia de un amor que acabó siendo un desastre. De un desamor que me dio la vida, porque vi como mi alma moría y renacía.

Y donde un libro se cierra, otro se abre. Ahí estaba yo hablando con aquel que se fue sin despedirse, aquel que salió corriendo sin saber hacia dónde iba. 
No he sido nunca una persona de dejarme palabras en el tintero y siempre prefiero que la otra persona conozca mi realidad.  
Y hablamos. Hablamos del pasado, del presente y del futuro. Nuestro futuro. Buscamos soluciones y pusimos todas las cartas sobre la mesa para buscar el arma perfecta para acabar con el monstruo que se esconde en la oscuridad de todas las mentes. Puntos medios, brazos torcidos y cuerdas sueltas. 
Volvió la seguridad y nos hizo sentirnos mejor que nunca el uno con el otro. Y tanta comodidad hace que salgan de tu boca palabras que llevas clavadas en el alma. Y que asusta. 
Pero vi su apuesta y jugué. 

Ha pasado una semana de esta nueva conquista y hoy somos más 'NOSOTROS' que nunca. Se está convirtiendo en alguien muy especial para mí y sabe hacerme reír cuando menos me lo espero y más lo necesito. 
Es pura magia, aunque a veces la estropee con ciertos detalles. Efímeros. 
Es cariño y risas aseguradas. Es pura conexión. Pasión. Energía. Ilusión.
AMISTAD. Porque podemos hacer el tonto delante del otro y no sentirnos cohibidos. 
Es sentirme en la gloria sin haberme dado cuenta. 
Es lo que merecía. Esto sí que es luz.

Y para terminar mi semana, la amistad volvió a triunfar. Volví a ver a mis tres pilares junto a mí, como siempre. Y volvimos a reírnos de la situación que habíamos pasado. Juntas todo es mejor. Espero que nunca jamás me falten. Son mi alegría de vivir y ellas lo saben.

Terminé esta semana con una mezcla de sensaciones que no sabía cómo organizar. Y tuve que sentarme frente a mi ordenador para que mis manos le dieran forma a todo lo que tengo en el alma y en el corazón.

Diré que ha sido una semana diferente, pero en la que he vuelto a aprender muchas cosas.

He cerrado una puerta, he quemado el libro y he cubierto recuerdos con sábanas. 
Otra puerta se abrió, un camino que promete acercarme la primavera en estos días tan caóticos de invierno. Esa puerta se abrió y yo entré. Y seguimos caminando.
Y aquella puerta que siempre se mantiene abierta, donde están ellas, donde nunca estaré sola.

"A quien fue, a quien es y a quienes serán."

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