Feliz no aniversario

11 de mayo. Una fecha especial. Una fecha que resalta sobre todas las demás. Y no por ser precisamente deseada.

Ha pasado un año desde el día en que el caos se apoderó de mí, desde que la vida me dio esa bofetada que me arrancó la venda de los ojos.

Aún recuerdo todas y cada una de las palabras que me soltaste, sin anestesia, sin tacto. Todo por ganarte mi odio. Porque era lo mejor para mí, decías.
Un año juntos y aún no sabías que no sé odiar a nadie. 365 días juntos sabiendo mi desequilibrio emocional y elegiste aquellas palabras y aquella forma de decirlas.

Cómo doliste. Durante meses.
Aquel 11 de mayo se derrumbaron todos los pilares que tenía construidos contigo. Mis torres gemelas sufrieron un atentado que desembocó en un caos imposible de organizar.

Tú fuiste mi caos. Desde el primer momento, que apareciste en mi vida, hasta el último. Y el último no fue un 11 de mayo. Porque te fuiste, sí, pero, de cuando en cuando, volvías, rompiendo todas las murallas que iba construyendo para defenderme de ti. Pero seguía siendo muy frágil y con un simple soplido todo se venía abajo. Y abajo me encontraba yo.

Meses de desesperación, de dolor, de incertidumbre, de rencor, de amor, de locura. 
Meses soñando contigo, días tras día.
Meses queriendo alejarte de mí, de mi vida, de mi entorno.
Meses de temblores y llantos, de arañazos y clemencias al cielo.

Y juré, cansada ya de llorar sobre una almohada empapada en lágrimas, que saldría de esa. Por mí, por mi familia, por mis amigos. 
Por todos aquellos que ponían su hombro, sus manos y sus oídos. 
Oídos que escucharon la misma historia cientos y cientos de veces. 
Manos que me levantaban cada vez que me caía y me ayudaron a caminar por la calle, protegiéndome de mí misma, abrazando mis temblores.
Hombros encallados de mi cabeza en ellos, exhausta por no entender qué estaba ocurriendo: porqué te había querido tanto; porqué te habías ido de esa forma; porqué me dejabas estar así.

11 de mayo fue el punto final. Pero, cuando querías, añadías dos puntos más, ponías puntos suspensivos en una historia que acabó antes de empezar. 
Pero sin finales no hay nuevos comienzos. Y esa era mi mayor necesidad.

Han pasado 365 días de aquel momento. Y solo hace unos meses pude por fin librarme de ti, de tu búsqueda hacia mí, de tus palabras insensatas que no pudieron tirarme más. 
Contra mí no podías. Y conmigo yo no quería.

Han sido 12 meses de aprendizaje, de conversaciones sin horarios, de necesidad, de valentía. 12 meses en los que me he dado cuenta de quién merece estar en mi vida, de que mi familia lucharía por mí en cualquier guerra. De que quien quiere estar, estará.
Que las heridas se curan, los recuerdos se desvanecen, las necesidades se cubren por una misma, las cicatrices te hacen más fuerte y los deseos se cumplen.

Y tras un año de locura, de altibajos y serenidad final, puedo decir que soy una sobreviviente. De ti, de mí, de la vida. De una enfermedad que no me dejó tranquila hasta que te eché completamente de mi mente.

Aún queda trabajo por hacer. Y veo que la vida me pone a prueba cada día.
Miento si digo que no me acuerdo de ti, de nosotros, que no te he echado en falta y que me he olvidado completamente de ti.
Desencadenaste una serie de tormentas que me maltrataron día tras días. 
A ti, si te he visto, no me acuerdo. Pero aún no olvido esos momentos de pánico. Ese trauma que me causó tu partida. Y me da pena recordarte así, pero fue el empujón que necesitaba para salir del camino oscuro que elegí seguir.

No eres mala persona, pero sacaste lo peor de mí. Y ya no puedo olvidarlo.
Es una marca en mi alma. Una cicatriz que la atraviesa de norte a sur, de este a oeste.
Una cicatriz que me recuerda quién fui y quién soy.

Feliz no aniversario. Feliz yo, por fin.

"Solo deseo que las cenizas de aquel acto de terrorismo contra mi alma levanten vuelo, y se pierdan en algún lugar donde alguna vez tu cuerpo y el mío se encontraron."


Comentarios

Entradas populares de este blog

Cierre de 2023

Medusa

La última