Inconquistables
Aquellos que se preguntan qué es un alma invicta, aquí tendrán su respuesta.
Quizás estas palabras deberían ser las primeras que debería leer cualquier seguidor de mi blog, para saber qué es lo que va a ir conociendo.
Un alma invicta es aquella que ha pasado por auténticos calvarios; calvarios que la vida ha querido ponerle en su camino.
Aquellas almas que han conocido el vacío y se han visto cayendo sin remedio en él, sin alas y sin paracaídas, destinadas a un golpe brutal.
Son aquellas que se han encontrado cara a cara con el diablo y han sido susceptibles a hacer un pacto con él, solo por poder liberarse de ese dolor. Dolor que mataba, que ahogaba y no dejaba un solo hueco para que pasara un poco de aire. Dolor que atemorizaba, amenazando con que no habrá momentos felices, solo aquellos que quedaron en el pasado y en el recuerdo.
Y son aquellas que un día decidieron ponerle fin a esas sensaciones. Que un día optaron por llevar el rumbo de sus vidas y ser las dueñas de su destino.
Son aquellas que convirtieron el dolor en la rabia que necesitaban para empujar al diablo y mandarlo al infierno; que lo convirtieron en fuerza para escalar las paredes de un pozo profundo donde tanto tiempo se vieron sumergidas.
Aquellas que, en la oscuridad, brillaban por su propia cuenta.
Aquellas que soplaron las nubes negras que cubrían un cielo lleno de estrellas.
Aquellas que supieron elegir las compañías más sanas para poder lamerse las heridas a salvo.
Aquellas que apostaron por sí mismas y cambiaron el "no puedo" por "voy a por ello".
Aquellas que dejaron de dudar en el futuro y tomaron el camino, con buen ritmo pero con precaución.
Un alma invicta es aquella que vivió una guerra, que perdió todas las batallas, que vio su castillo derrumbarse y se sintió sola; que dudó, desistió y tocó fondo; que se ahogó en sus propias lágrimas y dejó de soñar; que tuvo miedo, que temió por su vida y quiso abandonar.
Pero que, a pesar de todo, se levantó, se limpió la arena de la ropa, se curó las heridas y echó a andar, con paso firme; que quiso y pudo; que volvió a reír y a disfrutar de las pequeñas cosas; que cantó y bailó bajo la lluvia; que se superó a sí misma y a todo aquel que le hizo daño un día.
Un alma invicta es un alma valiente, fuerte y brillante, que no le teme a la vida y que está preparada para cualquier batalla que esté por venir.
Es un alma inconquistable. Por nada ni por nadie.
Quizás estas palabras deberían ser las primeras que debería leer cualquier seguidor de mi blog, para saber qué es lo que va a ir conociendo.
Un alma invicta es aquella que ha pasado por auténticos calvarios; calvarios que la vida ha querido ponerle en su camino.
Aquellas almas que han conocido el vacío y se han visto cayendo sin remedio en él, sin alas y sin paracaídas, destinadas a un golpe brutal.
Son aquellas que se han encontrado cara a cara con el diablo y han sido susceptibles a hacer un pacto con él, solo por poder liberarse de ese dolor. Dolor que mataba, que ahogaba y no dejaba un solo hueco para que pasara un poco de aire. Dolor que atemorizaba, amenazando con que no habrá momentos felices, solo aquellos que quedaron en el pasado y en el recuerdo.
Y son aquellas que un día decidieron ponerle fin a esas sensaciones. Que un día optaron por llevar el rumbo de sus vidas y ser las dueñas de su destino.
Son aquellas que convirtieron el dolor en la rabia que necesitaban para empujar al diablo y mandarlo al infierno; que lo convirtieron en fuerza para escalar las paredes de un pozo profundo donde tanto tiempo se vieron sumergidas.
Aquellas que, en la oscuridad, brillaban por su propia cuenta.
Aquellas que soplaron las nubes negras que cubrían un cielo lleno de estrellas.
Aquellas que supieron elegir las compañías más sanas para poder lamerse las heridas a salvo.
Aquellas que apostaron por sí mismas y cambiaron el "no puedo" por "voy a por ello".
Aquellas que dejaron de dudar en el futuro y tomaron el camino, con buen ritmo pero con precaución.
Un alma invicta es aquella que vivió una guerra, que perdió todas las batallas, que vio su castillo derrumbarse y se sintió sola; que dudó, desistió y tocó fondo; que se ahogó en sus propias lágrimas y dejó de soñar; que tuvo miedo, que temió por su vida y quiso abandonar.
Pero que, a pesar de todo, se levantó, se limpió la arena de la ropa, se curó las heridas y echó a andar, con paso firme; que quiso y pudo; que volvió a reír y a disfrutar de las pequeñas cosas; que cantó y bailó bajo la lluvia; que se superó a sí misma y a todo aquel que le hizo daño un día.
Un alma invicta es un alma valiente, fuerte y brillante, que no le teme a la vida y que está preparada para cualquier batalla que esté por venir.
Es un alma inconquistable. Por nada ni por nadie.
Besos Alma querida
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