Medusa
Hay personas que vienen a nuestras vidas para quedarse y que te hacen los días más amenos.
Hay personas con las que te cruzas y acabas formando equipo.
Hay personas que se convierten en familia, sin serlo. Personas que te eligen cada día y que hacen que los elijamos sin que quepa ninguna duda.
Hay una persona que me eligió un día y que decidió formar parte de mi vida, de mi camino. Que decidió enfrentarse a mis demonios conmigo. Que se quedó en todas las tormentas que yo misma invoqué.
No podría definirlo mejor que diciendo que es una risa constante, una llamada perdida, un mensaje sin leer, una copa de vino medio vacía, un cigarro que se consume en la soledad de un cenicero. Es un abrazo que aprisiona, pero donde me siento libre. Es un beso inesperado cuando más lo espero. Es un "te quiero matar" pero "qué haría sin ti".
Es un "llámame y lloramos" para que al final las lágrimas sean de risa. Es un oído que escucha hasta lo que no quiere escuchar.
Es el pozo al que no tendría miedo de caer.
Es quien me acompañó a aquella playa donde guardé tantos recuerdos que dolían. Es quien se queda a mi lado mirando un atardecer, cuando el silencio grita de dolor. Es quien me zarandea el alma con una mirada llena de luz.
Es la fortuna de mi vida.
Tú, a ti.
Eres la calma que me da el mar, la brisa que desprende una carcajada, que siendo tuya no tiene precio. Eres un lienzo en el que pintar cada historia que me pasa. Eres un círculo vicioso del que no puedo ni quiero salir.
A veces, te miro y pienso qué he hecho yo para merecer semejante personaje en mi vida. Un alma libre incapaz de estar dos semanas sin saber de mí. Que vuela, pero que comparte su vuelo conmigo.
Eres esas palabras que se me clavaron en el alma: "eres de las mejores amigas que alguien puede tener".
Quizás pienses que eres afortunado por tenerme en tu vida. Lo que no sabes es que el regalo eres tú, la suerte de mi vida.
Tampoco sabes que pondría la mano en el fuego por ti, y que, aunque me quemara, seguiría sacando uñas y dientes por ti. Como tú hiciste por mí tantas veces.
Y que eres uno de esos lugares a los que siempre quiero volver.
Ojalá nunca olvides que tienes la capacidad de volar y alcanzar todo lo que te propongas, y que aunque llegues al cielo, yo estaré esperándote aquí, en la Tierra.
Porque lo que es de verdad no tiene fin, y porque nunca se va lo que se queda abrazado al alma.
Poco más podría decir. Quizás que te quiero. Más de lo que tú puedas imaginar.
Y que sin ti, no sería yo. No estaría completa.
Te llevo en mi piel. Y en mi alma. Y, por si eso no bastara, tenía que dedicarte estas palabras.
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